sábado, 26 de febrero de 2011

La Luna del Agua

Toity es una gran narradora; y como tal, una gran maestra de narradores. Es mi maestra. Accediendo a mi pedido,  me conmovió brindándonos aquí un relato de un hecho real, recopilado por ella en la Provincia de Córdoba, en donde retrata el tesón de nuestros abuelos y sobretodo el temple de nuestras abuelas inmigrantes:   

             LA LUNA DEL AGUA 
No vaya al arroyo niño, cuando en cielo haya luna
Que la del agua lo llama, nana. Y la del cielo lo empuja, Luna...

Se conocieron en el barco que los trajo a Argentina. Los casó el capitán antes de llegar.
Aconsejados por algunos parientes, viajaron a Córdoba y compraron un campo en la zona de las sierras. Trabajaban de sol a sol, ella y él, preparando la tierra, sembrando, sudando.
Francisco tenía los ojos cada vez más celestes a fuerza de mirar el cielo y esperar las lluvias.
Ignacia los tenía duros de tanto recorrer el campo.
Ella tuvo tres hijos varones de color tierra y ojos de cielo, uno por año.
Apenas tenían vecinos y poco tiempo para hacer amigos.
Los paisanos de la zona los vieron abrirse paso y progresar a fuerza de tesón y empeño.
Después de los nacimientos las vecinas visitaban a Ignacia. Es que les bastaba con ver los pañales y la ropita colgados al sol para saber que un nuevo crío les había nacido. Ellas le llevaban mantillas y escarpines tejidos, yuyos para el mal de ojo, cintas rojas para la envidia.
No los deje salir a la siesta Ignacia, que con los calores andan los diablos sueltos por el campo. Y que no se acerquen al agua, que a los niños la luna del agua los llama y la del cielo los empuja.
Entonces ella recordó aquella nana que le cantaba su madre:

No vaya al arroyo niño, cuando en cielo haya luna
Que la del agua lo llama, nana. Y la del cielo lo empuja, luna

Al  atardecer Ignacia encendía los faroles y el fuego de la estufa. A su amparo la familia se cobijaba.

Cada tanto Francisco iba a la ciudad. Allí peleaba los precios de las semillas, escuchaba ofertas para sus cultivos, y visitaba a algunos parientes pobres. Demoraba varios  días en regresar. Ignacia quedaba sola, pendiente de sus hijos.

-Cuídate mujer, vuelvo el domingo.
Ignacia se quedó con la vista en el carro que se iba. A su alrededor correteaban sus tres  varones  color tierra  y  cielo, y en  su vientre de siete meses pateaba otro hijo. Ignacia  estaba segura  que esta vez era una  niña y la llamaría Carmen.  

- ¡Niños a comer! ¿No han  escuchado?..Joaquín, Pablo... ¿Dónde está Alejandro? No lo han  visto ¡Búsquenlo por  Dios! Demonio de niño siempre haciendo  renegar a su madre ¡ Alejandro! ¡Alejandro!
Quedó  la comida  puesta sobre  la mesa.  Ignacia  salió  con los niños  mayores a  buscar  al hijo perdido, que  era el más travieso, y lo iba evocando  cada  vez que  lo nombraba, mientras  el corazón  en cada grito  le latía  más fuerte, y un presentimiento le recorría las venas.
- Que no les dije  yo que  lo cuidaran  mientras les hacía de comer...-
Salieron  por el  camino del huerto, recorrieron  el campo. Ella  escarbaba  las piedras  con la mirada.
- Hijo, por Dios, ¿dónde estás?
En su vientre de  siete meses  pateaba Carmen. El cielo  estaba  celeste  y transparente como la mirada del hijo perdido. Entonces vio en el  cielo la luna.
 Siguiendo su presentimiento corrió al pozo y se asomó. Allá en el  fondo estaba el hijo.

No lo pensó  dos  veces, se arrojó y  sujetándose  como  pudo de  la  cuerda lo abrazó  fuerte para darle calor
- Cuántas veces te dije, cuántas, que no te acerques al agua, que la luna  llama a los niños.
Y lloró en lo profundo  del pozo abrazada a su hijo.  Hasta  que en su vientre, Carmen sintió frió y empezó a  patear  con más fuerzas.  Desde el  brocal,  Joaquín y Pablo la  llamaban y ella estaba en lo profundo del pozo y se dio cuenta que no podría  salir de allí.

Esa noche, en un rancho vecino de la montaña, una  mujer comentaba: -Vea hijo, muy  raro que  no haya luz en la casa de los españoles.
- Es cierto vieja, tampoco sale humo.
- Ni  bien amanezca nos vamos a ver que ha pasado- dijo la mujer  con el presentimiento  de  que algo  andaba mal allá  abajo.

Al amanecer llegaron los vecinos en su carro.
Encontraron a Joaquín y Pablo dormidos junto al brocal  del pozo y dentro de  él, a Ignacia, sujetándose  de la cuerda y abrazando con las pocas  fuerzas que le quedaban a Alejandro, mientras Carmen luchaba por salir a la vida.
Ni bien  la sacaron y la  recostaron  junto al pozo nació una  niña  pequeña, con  los ojos de un azul profundo, como el cielo del agua del pozo.

No vaya al arroyo niño, cuando  en cielo haya luna
Que la del agua lo llama, nana. Y la del cielo lo empuja, Luna...
    
Recopilación de un suceso real. Estela Leiguarda.

Estela Gadea de Leiguarda (Toity): Escritora cordobesa, que a su gran formación académica añade una extensa trayectoria como narradora oral y animación a la lectura, logrando importantes premios. Entre sus obras: Las hadas jubiladas, Esa mañana a las 10 hs, Cuentos para condimentar a gusto, y otros.

Luisa Fernández Martínez, mi abuela,con su nieto mayor.
Sao Paulo, 1927.






domingo, 13 de febrero de 2011

Canción de las Simples Cosas

Rosas de Mayo. Santisteban del Puerto, 2010

Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol que en tiempos de otoño muere por sus hojas
Al fin la tristeza es la muerte lenta de todas las cosas,
Esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida
Y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
Donde encontrarás, con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso
Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

Este hermoso poema pertenece a Armando Tejada Gómez, poeta argentino, nacido en 1929, en la Provincia de Mendoza. Recibe muy poca instrucción, pero a partir de la lectura del Martín Fierro de José Hernández (Obra máxima de la Literatura Gauchesca), se convierte en autodidacta, encausando su interés a través de la poesía. Fue obrero, locutor profesional y participó de las luchas obreras y políticas de la época. En 1950, comienza a destacarse como autor, logrando destacados premios. Entre sus obras: Antología de Juan, Profeta en su Tierra, Toda la Piel de América y otras. Fallece en Buenos Aires en 1994.
Con música de César Isella (Músico y poeta, nacido en la Provincia de Salta en 1938), y en la voz de Mercedes Sosa (1935-2009), considerada como una de las más grandes cantantes latinoamericanas, los invito a escuchar con un click en el siguiente enlace:



La Cueva de las Manos

En la Provincia de Santa Cruz, al sur de la República Argentina, y sobre el Cañadón del Río Pinturas, se encuentra esta cueva, de veinticuatro metros de profundidad, quince de ancho, y diez de altura, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.999 y considerada como la muestra de arte rupestre más antigua de los Pueblos Sudamericanos: la llaman la Cueva de las Manos, ya que entre figuras humanas y animales, pueden verse mas de ochocientas manos, estarcidas unas, y pintadas otras,como testimonio de antiquísimos pueblos (de entre siete mil y doce mil años de antigüedad), que habitaron esta zona, hoy de gran riqueza arquelógica y de arte rupestre.
Estas manos, en positivo y negativo, y en colores rojo, blanco, negro y amarillo, extendidas por milenios, ¿qué significan? rituales mágicos?, intención de perpetuidad?...Son sólo hipótesis....lo cierto es que están allí.

Cueva de las Manos,  Santa Cruz, Patagonia Argentina

Manos extendidas desde el pasado, para unirse con el presente.
Manos extendidas, testimonio de Vida.
Manos extendidas, señal de Unión entre los Pueblos

Empanadas Santiagueñas de Doña Bernardina

A la Ciudad de Santiago del Estero, Capital de la Provincia del mismo nombre, se la llama “Madre de Ciudades”; porque de allí partían los expedicionarios españoles a fundar nuevas poblaciones.

Mi amiga Rosa Barreto es una santiagueña de larga tradición en su tierra, y cocina las empanadas más ricas que he probado, aunque, según la opinión de algunos, no tan sabrosas como las que hacía su abuela materna. Aquí la recopilación de tal receta, hecha por su nieta.



EMPANADAS CRIOLLAS DE DOÑA BERNARDINA CORTEZ

Masa casera
Ingredientes
1k de harina,
2 cucharadas al ras de sal gruesa
200 grs. de grasa de pella
Agua, cantidad necesaria

Preparación
Colocar en un recipiente la harina, la sal disuelta en agua y la grasa. Amasar hasta obtener una masa homogénea. Formar con ella pequeños bollos, estirar, rellenar y cerrar  cada uno de ellos con un repulgue. Cocinar en horno de barro hasta dorar. Este tipo de cocción es lo que da el sabor típico a la empanada santiagueña.

Relleno (o carbonada)
Ingredientes
1 kg. de carne de vaca (pulpa) molida
1kg. de cebolla
1/2 pocillo de aceite
1 cucharada de grasa o manteca
6 huevos cocidos
100grs. de aceitunas descarozadas y trozadas
Pasas de uvas a elección
Sal, en cantidad necesaria
1 cucharada grande de pimentón extra dulce
1 cucharada grande de comino
1 cucharada grande de pimienta molida

Preparación
Picar la cebolla y cocinar hasta que quede transparente; incorporar la carne con el pimentón. Cocinar durante 30 minutos y apagar el fuego. Condimentar con el comino, la pimienta, agregar los huevos, las aceitunas y si se desea las pasas.
Acompañar con una copa de un buen vino tinto.